La convocatoria fue amplia. Desde la Central Unitaria de Trabajadores, hasta organizaciones antifascistas, movimientos progresistas y procesos anticapitalistas en lucha, concitaron el comienzo de la reunión virtuosa de todas las luchas. Lejos, los jóvenes estudiantes secundarios, en la mira del Estado policial y empresarial chileno, fueron los grandes protagonistas de la jornada. Su empeño justo, sus modos de organizarse, su valor incombustible, sus cualidades y su número, detuvieron largamente la Alameda, pese a la represión focalizada que concentraron los piquetes de las Fuerzas Especiales en su contra y en contra a su derecho a la protesta.