¿Ha existido un acto más “salvaje” que el lanzamiento de sendas bombas atómicas sobre Hiroshima, donde murieron 140 mil civiles, muchos de ellos niños, y Nagasaki, donde perecieron 80 mil, ordenado por el muy presbiteriano Harry Truman, presidente del gran país de Walt Whitman, Emily Dickinson, Faulkner? ¿Ha habido un genocidio tan “salvaje” como el holocausto del pueblo judío ejecutado por los alemanes? La Alemania romántica y sapientísima de Goethe y de Schiller siguió a un patán llamado Hitler, niño católico que de adulto será el más grande criminal de todos los tiempos.