En nuestro trabajo ’Marx y la Economía’, de junio recién pasado, refiriéndonos a las fallidas experiencias de intentar la aplicación de presuntos principios marxistas a diferentes experiencias sociales, empleamos la palabra ‘fracaso’. El uso de ese vocablo no fue casual: queríamos dar a entender que los objetivos perseguidos por quienes realizaron tales intentos (raras veces especificados) se habían malogrado, circunstancia imposible de negar, por más explicaciones que, al respecto, quisieran entregarse: eran, a no dudarlo, experiencias fallidas, realidad imposible de soslayar. Porque fracasa todo quien emprende una tarea que se malogra.