[El papa Francisco ha siso ambiguo en varios temas], pero no es por tal fragilidad que el papa Francisco se convirtió en un blanco a derribar. En el actual contexto, dar la mano al evangelio no es solo un acto con valor eclesial progresista. En una sociedad extremadamente desigual e injusta, dar la mano al evangelio significa no únicamente destacar la elasticidad y la prudencia aquiniana de la teología moral ante situaciones de divorcio y homosexualidad, sino también enfrentar a los poderes políticos conservadores que fomentan la desigualdad y la injusticia y se alimentan de ellas, rebelarse contra la política migratoria de Europa y de Estados Unidos, denunciar la avaricia y la miopía que agravan de manera irresponsable los cambios climáticos, declarar como anticristiana la decisión de construir muros para impedir la entrada de los condenados de la tierra, denunciar la inmoralidad general del capitalismo global que salva bancos pero no familias.