Berrigan, quien falleció la semana pasada, a los 94 años de edad, fue una expresión de conciencia durante gran parte de su vida como sacerdote jesuita radical, y se volvió figura central en la detonación masiva de la oposición a la guerra contra el pueblo de Vietnam, pero también contra la violencia que provenía no sólo de políticas, sino de un sistema de injusticia social tanto dentro como fuera de su país.