EE.UU. y sus aliados, incluido el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, y el presidente de extrema derecha de Brasil, Jair Bolsonaro, han empujado a Venezuela al precipicio. Al reconocer al presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, como el nuevo presidente de Venezuela –algo ilegal bajo la Carta de la OEA– el gobierno de Trump ha acelerado la crisis política de Venezuela con la esperanza de dividir a los militares venezolanos y polarizar aún más a la población, obligándolos a elegir bandos. El objetivo obvio, y en ocasiones declarado, es expulsar a Maduro mediante un golpe de estado.