Es absolutamente necesario cuestionar su rol como ministro de Pinochet y su participación en la obra política de la dictadura, pero es un imperativo ético imprescindible denunciar a quienes callaron frente a las violaciones de los DD.HH., a quienes pudieron salvar vidas intercediendo ante el propio dictador, como lo pudo haber hecho Melnick en su condición de ministro. Es aún más escandaloso que algunos de estos personajes sean, más encima, incapaces de reconocer su responsabilidad y, al menos, pedir perdón. Melnick aún no responde por los 5 jóvenes detenidos desaparecidos.