¿Qué es más grave? ¿Un novel diputado que celebra una polera que recuerda el homicidio de uno de los intelectuales de la dictadura, o un Presidente que marca su segundo periodo apoyando la figuración internacional de un Estado genocida? ¿No apoya Piñera los homicidios de cientos de niños en Gaza en cada abrazo y sonrisa para la cámara junto al primer ministro israelí? ¿No apoya, en cierta forma, el homicidio de Camilo Catrillanca, al no destituir a su primo, primer responsable político de su muerte?