Al profesor Costadoat se le comunicó que la no renovación se debía a la tensión que reconocía Monseñor Ezzati entre dos libertades: la propia libertad del profesor para enseñar y la libertad de la Facultad para permitirle que siga enseñando. Se le insistió al profesor que esta determinación no constituye una sanción ni una condena, puesto que no existe ningún tipo de cuestionamiento de orden doctrinal. Se planteó, más bien, que esta determinación estaba movida por la búsqueda del bien del mismo profesor y del ejercicio de su libertad académica, por lo que se le recomendó seguir ejerciendo la docencia e investigación en algún otro centro teológico.