Ridículo es que un Ministro de Economía, que debiera preocuparse de que los capitales de los chilenos se queden en Chile, predique con el ejemplo de su propia inversión en otros países como algo deseable para la comunidad.  Es no darse cuenta que esta acción en forma comunitaria no es una buena señal colectiva, ni es esperable de un Ministro una clase de Finanzas en que no se valore el aporte colectivo nacional, en el logro del desarrollo económico de la nación por sobre las acciones individuales de optimización de las inversiones.