[El programa del FA] permanece atado a la misma matriz conceptual del ´71 y el ´84 respecto a la democracia que no es otra que la que legitima y naturaliza el formato liberal-fiduciario. De este modo, queda aherrojado en la ficción burguesa de una única y acabada arquitectura de ejercicio de la soberanía popular. Poder proyectar hacia la sociedad una alternativa superadora de involucramiento ciudadano en las decisiones que lo afectan, debería requerir previamente su ejercicio al interior de la fuerza política que lo impulsa.