Quienes hacen política están siempre, implícitamente, postulando y defendiendo, una determinada concepción de ésta, la que, por cierto, será siempre funcional a los particulares intereses de clase que se quiera defender. En este artículo mostraremos como una de las astucias del liberalismo y del reformismo socialdemócrata, consiste en hacernos creer que su particular modo de entender y hacer política sería el único aceptable y legítimo.