Si bien el proceso constituyente está hecho para que nada cambie estructuralmente y permite que una minoría pueda vetar medidas (el engaño de los ⅔), la extrema derecha, que representa al sector más despótico del empresariado chileno, se puso en pie de guerra contra la rebelión que dejó al régimen pendiendo de un hilo, y está dispuesta a defender la constitución pinochetista y el “modelo” que ha traído obscenas ganancias a los empresarios mientras la clase trabajadora permanece hundida en una miseria que han buscado tapar los últimos 30 años.