Las agendas narrativas de la oposición, […] han tenido una similitud enorme: han sido vehículo de convocatoria a la movilización, a la «resistencia», en muchos casos a la violencia para propiciar «la salida» del «régimen». Han tenido una semiótica exasperante respaldada en la emocionalidad mediante el uso de la rabia y el odio por el adversario. Han sido declaraciones abiertamente viscerales donde se ofrecen resultados inmediatos. Donde se legitima el uso de «cualquier vía» que ofrezca instantáneamente la caída del chavismo. Donde se declara el «derecho legítimo» de que la oposición tenga el poder, porque sí.