La fórmula dominante del proceso electoral ha sido la guerra sucia, direccionada claramente a afectar cuatro espacios: la desacreditación de la imagen del gobierno del presidente Rafael Correa; la desvalorización de la revolución ciudadana como modelo de desarrollo; el cuestionamiento de su sistema constitucionalista garantista de los derechos ciudadanos y de la naturaleza, así como otras leyes, entre ellas la de comunicación; y la desvirtuación de los posicionamientos del binomio presidencial del Movimiento Alianza País liderado por Lenin Moreno y Jorge Glas, que en todas las encuestas, durante todo el proceso, aparece como la primera opción.