Concluye un ciclo cuyos orígenes se remontan a la conversión al cristianismo de santa Helena Augusta – madre del emperador Constantino el Grande. […] el hecho decisivo data del año 380 d.C., cuando el emperador Teodosio declara al cristianismo como religión oficial del Imperio Romano. Aquello queda consagrado en el código teodosiano, que concede a la dimensión trinitaria de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, la creencia imperial de los llamados “católicos cristianos”, siendo todos los demás declarados “herejes”.