La convicción central y clave del 18 de octubre de 2019, día de la revuelta social en Chile, fue que frente a una clase política fracasada y corrupta la participación popular marchaba por carriles diferentes. En ese escenario la Convención Constitucional fue la moneda de cambio para que el presidente Sebastián Piñera siguiera en La Moneda hasta el fin de su mandato.