No deja de resultar un trágico sarcasmo constatar que los primeros en salir a la calle en defensa de la nueva constitución sean los independientes —¡precisamente quienes están siendo marginados por la ‘élite’…!—, en tanto los partidos políticos guardan acusador silencio en torno a su actuar. Podría pensarse que, tal vez, soslayan la crítica porque están convencidos de detentar algún mandato divino para guiar al ‘pueblo’ a su destino, reflexión que también tuvo, respecto de sí mismo y de su tiempo, Augusto Pinochet.