La enésima masacre de inocentes ha sido provocada por la serie de bombas de fragmentación geopolítica, que han estallado siguiendo una precisa estrategia: la estrategia que entró en aplicación desde que Estados Unidos, después de haber ganado en la confrontación con la URSS, se proclamó como «el único Estado con fuerza, alcance e influencia en todos los sectores –política, económica y militar– realmente globales» proponiéndose «impedir que ninguna potencia hostil logre dominar una región –Europa occidental, Asia oriental, el territorio de la antigua Unión Soviética y el sudoeste de Asia– cuyos recursos sean suficientes para generar un poderío global».