Don Juan Barros no era querido en su calidad de obispo castrense, cargo que desempeñaba desde 2004 cuando asumió como General de Brigada del Ejército de Chile. La situación de Barros se tornó insostenible precisamente desde 2010, cuando se hicieron públicos los testimonios de las víctimas de los abusos cometidos contra menores por el sacerdote Fernando Karadima, y que involucraban a Juan Barros como un cercano colaborador. Buscando una salida de Fuerzas Armadas, la jerarquía eclesiástica decidió ‘premiarlo’ nombrándolo Obispo de Osorno.