Estamos ante un nuevo ciclo histórico en Chile. Este cambio, así como el proceso constituyente que lo acompaña, no se lo debemos a nadie más que a la fuerza ineludible y desbordante con que nos hemos levantado como pueblos. Hemos impugnado a los responsables políticos de la precarización de la vida, a la vez que nos hemos propuesto combatir la devastación de territorios y la criminalización de nuestras luchas por más de 30, 47, 500 años.