El neoliberalismo progresista combina políticas económicas regresivas, liberalizantes, con políticas de reconocimiento aparentemente progresistas. Se trata del multiculturalismo, el ambientalismo, los derechos de las mujeres y LGBTQ. Mientras una minoría consigue insertarse en el capitalismo financiero, el resto continúa prisionero del capital, con lo que el sistema adquiere mayores niveles de legitimación, amplía su base de apoyo y consigue aislar a los críticos a los que, de paso, les endilga los motes de masas atrasadas e incultas. Así, el feminismo liberal, el anti-racismo liberal y el capitalismo verde son las únicas opciones críticas que el sistema legitima, calificando toda otra resistencia o rebelión como populismo.