Los perdedores de estas elecciones –en primer lugar la prensa y Barack Obama– no fracasaron ‎por ser republicanos o demócratas sino por puritanos. Al contrario de lo que afirman los medios ‎de difusión dominantes, lo que queda demostrado es que Estados Unidos ya no está ‎desgarrándose sino reformándose. Si ese proceso continúa, los medios de difusión tendrían que ‎renunciar a su retórica sobre el orden moral y el país debería volver de forma duradera a una ‎forma de hegemonía que no sería necesariamente imperialista. A largo plazo, Estados Unidos ‎puede recuperar su consenso constitucional. ‎