Lo único que me queda por hoy es suplicarles a quienes marchan pacíficamente y también a los partidos políticos, que se alejen de la violencia, los incendios y los saqueos, que no los aplaudan, que los rechacen con fuerza, que denuncien y, sobre todo, que sepan distinguir el quién es quién de este caótico escenario, que no lo vean todo con la blanca pureza de las reivindicaciones o el negro color del Gobierno y sus secuaces carabineros. Entremedio, hay muchas tonalidades de gris y por ahí se nos está infiltrando un poder narco que nos podría dejar un paso más cerca de un Estado fallido.