Según el escritor Mario Amorós, «ningún biógrafo de Miguel Hernández» conocía la existencia de estas epístolas que halló entre abril y octubre en los fondos del Archivo Nacional de Chile y que lo dejaron «profundamente impactado» al percatarse de que estaban escritas en los años «más relevantes» del poeta, según ha contado en una entrevista con Efe.