La única justificación aducida por Mons. Ezzati para esta medida es una tensión entre mi libertad académica y la libertad de la Facultad para tenerme a mí entre sus profesores. […] Me llamó la atención la razón invocada. Le expresé que nunca los alumnos se habían quejado por haber ejercido mi libertad para enseñar. La evaluación que ellos han efectuado después de los cursos, que se me ha comunicado oficialmente, ha sido en veinte años de docencia consistentemente positiva.