El riesgo por tanto de que se repita la historia y que se delegue nuevamente la responsabilidad en un nuevo texto constitucional, ahora a través de un grupo conformado por unos supuestos sabios e iluminados, que ni siquiera serán elegidos de manera democrática, se vuelve mucho más peligroso que antes, considerando también el fuerte inmovilismo social existente, luego de la derrota del 4 de septiembre.