El comprendió aquí que en la historia desgarradora de este nuestro “continente de la esperanza”, en nombre de Dios las minorías privilegiadas emplean todos los medios para defender sus posesiones obtenidas “con mano ajena”.  Y en nombre de Dios, las mayorías resisten en condiciones inhumanas para sobrevivir a la erosión de la pobreza.
Frenz buscó las huellas de Dios no entre los poderosos, sino entre la muchedumbre de pobres y marginados, con sus privaciones y sus esperanzas.