Ricardo Lagos el profeta de la decadencia de la elite; el Spengler mapochino
Las élites se caracterizan, en la historia mundial y chilena en particular por ser las últimas en darse cuenta del derrumbe de su forma de vida: están convencidas de que su poder político y social es eterno. Así ocurrió con la república romana cuando se corrompió dando paso al imperio; lo mismo se repitió con el último emperador romano, Rómulo Augusto. La oligarquía inglesa jamás captó, a comienzos del siglo XIX, el derrumbe de su hegemonía colonial; algo no muy distinto está pasando en los Estados Unidos con una estagna inflación y la derrota en la guerra en Irak.
La disputa entre dos modelos de integración regional
En el discurso inaugural, el Presidente Rafael Correa manifestó su deseo de que la CELAC vaya progresivamente reemplazando a la OEA, por considerarla más anacrónica que nunca y, sin decirlo abiertamente, hipócrita. En este sentido, Correa recordó que la sede de este organismo se encuentra en Nueva York, en un país que “incumple abiertamente su carta fundacional” y que no ha ratificado ninguno de los acuerdos multinacionales en materia de Derechos Humanos. Afirmó, por lo tanto, que el desarrollo es un problema político, una consecuencia de la orientación de las decisiones de los gobiernos respecto de las distintas dicotomías que el capitalismo impone: élites o pueblos, mercado o sociedad, finanzas o producción.