Dentro de los maniqueísmos impuestos (estás con Charlie o con el islamismo), a muchos les parece sorprendente que alguien pueda repudiar a la vez el ataque a la oficina de Charlie Hebdo y las caricaturas de esta revista. Sea por estrechez mental, mala comprensión de lectura, mala fe o lisa y llana estupidez, hay quienes han llegado a la sorprendente conclusión de que denunciar el carácter racista –evidente- de muchas de las caricaturas del Charlie Hebdo significa, en el mejor de los casos, “hacer el juego a los terroristas” o, en el peor de los casos, avalar la masacre. No ponerse la camiseta Yo Soy Charlie te convierte en sospechoso, en uno de los “otros”.