El presidente de Colombia Juan Manuel Santos por ejemplo, que hace un par de días llamó a los venezolanos “a la calma y a establecer canales de comunicación para lograr estabilidad política, fortalecer los principios democráticos y respetar los DDHH de los colombianos que viven en Venezuela”. Santos preside un país que vive en guerra civil desde hace casi medio siglo, con cinco millones y medio de desplazados por la violencia militar y paramilitar, y en el que los guerrilleros que se animaron a abandonar la lucha armada para entrar en el juego electoral fueron asesinados todos, uno tras otro. Un país en el que “los falsos positivos” se traducen en miles de sindicalistas, campesinos, alcaldes, concejales y otros activistas asesinados y enterrados en fosas comunes clandestinas.