Yo no olvido, las tantas veces que el cobrador del mercado nos perseguía, para tirarnos los helados. Ni las innumerables ocasiones que corrí atrás de los autobuses y las tantas que me caí intentando ganarme el sustento. No olvido las tantas veces que me discriminaron, por negra, por paria, por arrabalera, por vendedora de mercado. No olvido el olor de la basura que cargaba en mis hombros de niña, en camino al barranco. Ni las tantas veces que el cansancio nos venció a media montaña en camino a La Fresera. Ni los insultos del caporal, ni la explotación laboral que nos hacía el dueño de la finca. No olvido las tantas veces que no nos pagó la medida en su peso cabal.