Una historia que comenzó en el siglo pasado extiende sus tentáculos hasta esta centuria, donde las armas se digitalizan y toman el ciberespacio para disparar proyectiles, también mortales, destinados a manipular las mentes con guantes de seda, pero con objetivos finales que no varían de aquellos años brutales de cruentos golpes y dictaduras militares: sacar del camino a Gobiernos y políticos, activistas de un desarrollo con justicia social.