Poco a poco, la Federación Rusa y la Casa Blanca –no Estados Unidos– están poniendo orden en las relaciones internacionales y convenciendo a diversos protagonistas de que se retiren de la guerra, exhortándolos incluso a que se propongan como participantes en la reconstrucción. Por su parte, el Ejército Árabe Sirio prosigue su campaña de liberación del territorio nacional. Queda pendiente, por parte del presidente Trump, implementar la retirada de los militares estadounidenses presentes en el sur de Siria –en la región de Al-Tanf– y en el norte del país –concretamente al este del Éufrates– mientras que el presidente turco Erdogan tendrá que acabar abandonando a su suerte a los yihadistas refugiados en el noroeste –en la región de Idlib.