Como en una pelea de borrachos, el general Cuéllar desafía a sus ‘oponentes’: «Sale pa’ juera poh, sale pa’ juera». Pa’ juera, o sea allí donde tiene cuatro amigos esperando. Este comportamiento de un general de la República -milico en territorio ocupado- es penoso y lamentable. La alta oficialidad no se distingue mucho de los matones de barrio. Una nota del periodista Alejandro Kirk.