La mayoría de ustedes, queridos lectores del Handesblatt, tendrán una idea preconcebida sobre aquello de lo que tratará este artículo antes siquiera de haberlo leído. Les ruego que no sucumban a semejantes preconcepciones. El prejuicio no ha sido nunca una buena guía, especialmente durante periodos en los que una crisis económica refuerza estereotipos y genera ignorancia, nacionalismo e incluso violencia.