Chile vive hoy una tensión que se expresa cotidianamente en diferentes ámbitos de nuestra vida. Esa tensión tiene que ver con la contradicción cada vez mayor entre, por un lado, el modelo socioeconómico heredado de la dictadura cívico-militar bajo el que vivimos y, por otro, la creciente demanda social por un país plenamente democrático. Rodrigo Avilés, dirigente estudiantil de la Pontificia Universidad Católica de Chile, PUC, quien se debate en Valparaíso entre la vida y la muerte por las lesiones que sufrió durante la represión policial del 21 de mayo, es hoy un trágico síntoma de esa tensión.