Chile gasta cuantiosos recursos en formar científicos y en programas de investigación. Aún así, como reparan los autores, seguimos siendo incapaces de entender qué pasó con la marea roja en Chiloé o cómo reforestar las zonas destruidas por los incendios de la temporada pasada. El gasto actual en ciencia apunta a satisfacer los exigentes estándares de revistas internacionales y la ley de la oferta y la demanda. Pero ni a esas publicaciones les interesa lo que nos aqueja, ni al mercado lo que no sea rentable.