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Por los derechos humanos de ayer y hoy, contra Piñera y el pacto

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Nuevamente Piñera se hace eco de una definición del gobierno que comenzó con la declaración de guerra contra el pueblo, esta vez en una entrevista en CNN que se acaba de hacer viral, dónde acusa de montajes y falsedades sobre los vídeos de agentes del Estado violando los derechos humanos. Una política por parte del Ejecutivo que es protegida por el «Pacto por la paz y la nueva Constitución», que en definitiva significa una subordinación de los derechos humanos para una salida en los márgenes de la actual institucionalidad. Hoy ir contra Piñera y el Pacto es retomar las garantías democráticas para el 99%.
La nostalgia de la dictadura de un gobierno acorralado
El 18 de octubre se impuso la revancha histórica del pueblo chileno que ha puesto en tela de juicio la continuidad de un modelo armado a punta de fusil por la dictadura, un armazón económico, político y social que se solidificó a partir del pacto transicional de los 90’y que fue el telón de fondo del decorado de los últimos 30 años. Este hecho es significativo para comprender el actuar de un gobierno acorralado por la movilización social, ya que el rol de la impunidad ha construido las coordenadas antidemocráticas del «oasis» y la constitución de sus Fuerzas Armadas. Los aparatos de inteligencia de la dictadura no desaparecieron de la noche a la mañana cuando cambió el régimen por vía plebiscitaria, por el contrario, se estima que sólo en los 90’ se asimilaron alrededor de 1.200 agentes de la CNI al ejercito, mientras que Pinochet murió en la mas absoluta impunidad con todos los beneficios de ser Senador Vitalicio, así mismo el forjamiento de cárceles-hoteles por parte de los gobiernos de la Concertación para los violadores de derechos humanos como parte de las garantías para los guardianes del neoliberalismo.
El pacto transicional significó el acuerdo para otorgar la completa libertad e impunidad a cada una y uno de los cómplices de la dictadura, por tanto hoy la soberbia de un gobierno nostálgico de Pinochet es coherente con las posiciones de Piñera al plantear «La campaña de desinformación, de noticias falsas, de montajes para crear una sensación de un desorden y de una crisis total ha sido gigantesca. En eso han habido, sin duda, participación de gobiernos e instituciones extranjeras», porque de fondo es una definición política que a su vez, es sustentada por la plena libertad de acción a las Fuerzas Armadas desde el 18 de octubre en adelante, un blindaje que necesita de una línea argumental a base de los informes absurdos que emanan del gobierno para autojustificar la represión: «Un enemigo muy poderoso», «los alienígenas» y el «K-Poop».
En otras palabras es la desregulación absoluta de la represión para el beneficio de una minoría concentrada en base a los argumentos contra el 99%. Un resultado de la activación natural de instituciones formadas a imagen y semejanza de la dictadura que en términos reales significa cientos de mutilaciones, asesinatos, violaciones y torturas.
La oposición y los derechos humanos a medida de lo posible.
Diversos informas internacionales que van desde Amnistía Internacional, Human Rights Watch, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos han acreditado lo que venimos viviendo hace más de dos meses y que es evidente: las violaciones de los derechos humanos por parte de agentes del Estado son sistemáticas, estos organismos incluso formularon recomendaciones de reformas a Carabineros.
Más allá de los informes que meramente quedan como «recomendaciones» y que su correlato en la realidad tienen un márgenes muy acotados, lo cierto es que no pueden esconder la indiscutible responsabilidad política de Piñera en las violaciones sistemáticas de los derechos humanos desde el estallido de la revolución. Evadiendo lo innegable de esta realidad, la «Izquierda Parlamentaria» junto a la oposición hicieron retumbar el eco del pacto de los 90’, un segundo llamado a consolidar la salida pactada en la cocina por vía institucional con garantías de impunidad y a espaldas del pueblo. Una orientación que les brinda la posibilidad de proyectarse en el poder bajo el telón impuesto desde la derecha pinochetista. Dicha política subordina los cambios profundos que planteaba la rebelión para administrarlos bajo el peso decisivo de la derecha, el cambio constitucional a base de los 2/3, el cerrojo a que se puedan discutir libremente los temas que impuso la gente desde las calles, mientras que el acuerdo como ya mencionamos anteriormente es en base a la impunidad y en defensa de un gobierno que declaró la guerra al pueblo. El Frente Amplio y el Partido Comunista a través del Pacto son responsable de una política criminal para sostener un gobierno asesino que cuenta con menos del 10% de aprobación.
La democracia para el 99% es sin Piñera y sin el Pacto
Por la libertad de todxs los presxs por luchar
La agenda de la revolución dejó en claro que el proceso no se detiene ni por la represión, ni por el Pacto, ni por las políticas criminalizadoras. Una ejemplificación de que la democracia liberal queda corta para avanzar en los derechos más básicos y elementales que pide el pueblo movilizado. Más de dos meses en las calles expresan que el plebiscito ya se hizo y que es sin Piñera, en tanto que el proceso fue pariendo instituciones democráticas que deliberaban las bases de un nuevo país, esta vez sin los privilegios de unxs pocos.
Por lo tanto, cualquier cambio que se produzca no puede estar aislado de avanzar en el juicio y castigo de las y los responsables de las violaciones de derechos humanos y de la libertad de todas y todos quienes han sido perseguidxs. Es por eso que la lucha por los derechos humanos y la democracia es central para el despliegue mínimo de una política que pretenda ser transformadora, por esto proponemos como piso para avanzar:

Libertad a todas, todes y todos los presos por luchar.

Desmantelamiento de las Fuerzas Armadas de Pinochet.

Contra la impunidad de ayer y de hoy, conformación de una Comisión Investigadora Independiente.

Que abran todos los archivos cerrados en los últimos 30 años.

Contra Piñera y el Pacto, juicio y castigo a las y los responsables.

Para que estas ideas tomen impulso proponemos dialogarlas entre las organizaciones de izquierda y democráticas, así impulsar la necesaria unidad para frenar la represión y enfrentar la continuidad del modelo retomando las calles como la fuerza decisiva del proceso.
Construir una Nueva Izquierda, Democrática y Anticapitalista
El estallido en nuestro país es parte de un proceso global de revuelta contra el capital, en dónde la clase trabajadora en su conjunto se enfrenta a la ofensiva del capitalismo en un escenario de crisis, es así que se reformulan líneas autoritarias para imponer sus planes, exacerbando el patriarcado y el colonialismo para mantener el poder del 1%. Aquella dinámica hace que la democracia en sus limites se vuelva un escollo y resuelvan a través de la represión brutal los ajustes los diversos gobiernos, en dónde las mujeres y cuerpos feminizados somos las más afectadas, Chile es ejemplo de aquella línea. Aunque también es ejemplo del polvorín para la revolución, una situación que pone a prueba rápidamente a sectores que ven en la institucionalidad la salida para los cambios, transformándolos en verdaderos ápices de los regímenes que avanzan en políticas antidemocráticas, en ellos el PC y el FA al priorizar los acuerdos con la derecha pinochetista y así subordinar los derechos humanos.
En síntesis, el contexto actual pone blanco sobre negro las contradicciones y colocan a prueba las políticas de las organizaciones, es ante esto que se nos presenta un gran desafío: constituirnos como una nueva alternativa política que se proyecte para el nuevo Chile que surgió de la revolución, dispuesta a democratizar todo y enfrentar la represión y las violaciones de derechos humanos. Nuestras coordenadas desde el feminismo y el anticapitalismo para desmantelar un sistema caduco y poner en pie otro nuevo, totalmente distinto, entre todas, todes y todos.

Los autores, Maura Gálvez y Joaquín Araneda, son miembros del Movimiento Anticapitalista
Fuente: Rebelión
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