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Nick Hanauer: un malthusiano no un keynesiano

Nick Hanauer: un malthusiano no un keynesiano
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El autor Fernando, H. Azcurra, entrega, en el presente artículo, su opinión crítica sobre un video que presentamos el 24 de octubre:  Nick Hanauer: «Cuidado compañeros plutócratas, vienen las horcas», lo cual es un motivo de alegría para nuestra Redacción, pues lo que buscamos con nuestro sitio, es llevar ideas, argumentos, propuestas, con el ánimo de provocar el debate, la confrontación de ideas, el análisis critico, que nos ayude a ver aspectos que no siempre vemos, que nos permita crecer  intelectualmente.
La Redacción de piensaChile

El consumo de bienes primarios y necesarios crea su propia oferta. El consumo de bienes de lujo y bienes de inversión genera sólo una demanda restringida de la clase inversora.

Lo que está en el argumento de N. Hanauer es la antigua controversia sobre la demanda efectiva conocida desde el siglo XVIII (fisiócratas, W. Blake, 1774-1852; W, Spence, 1783-1860;  Lord Lauderdale, 1759-1839; etc.) y debatida por Malthus y Ricardo a principios del siglo XIX. Como es claro, él, sin saberlo, adopta una posición “subconsumista” sobre el problema. No lo plantea desde el ángulo de las crisis de superproducción que era la realidad de aquella época en Inglaterra, sino desde la cuestión de la “creación de empleo” (en un video anterior a éste), que es otro aspecto del mismo planteo; o bien desde la necesidad de aumentar la demanda de la sociedad, de modo que pueda crear más “clase media” consumidora (Video actual)

Para Malthus el principal motor de la producción y de las ganancias del capital está en el gasto (salarios, otros ingresos) y no en el “ahorro” privado que es igual a acumulación del excedente en manos de los capitalistas, quienes no  invierten  la mayor parte de su riqueza “productivamente”. En la actualidad diría Malthus que la mayor inversión es de carácter financiero (capital ficticio). Por ello es importante, para Hanauer, “mejorar” la distribución del ingreso aumentando impuestos a los ricos, o incitarlos a que “gasten”, y trasladen esos flujos a la población para ampliar la capacidad adquisitiva y se incremente la demanda efectiva,  por tanto que estimule la inversión empresarial para responder con mayor oferta, con lo cual se incrementarán el empleo y los salarios; habrá mejores ingresos  y  más capacidad real de expansión, ya que la riqueza de la plutocracia no se “derrama” automáticamente  hacia los pobres.

¿Qué decía Malthus a comienzos del siglo XIX?

1º) La demanda está siempre determinada por el valor y la oferta por la cantidad.

2º) Ninguna capacidad de consumo por parte de las clases trabajadoras puede nunca… por sí sola, proporcionar un estímulo al empleo total del capital.

3º) Una desordenada pasión por la acumulación desembocaría, inevitablemente, en una oferta de mercancías superior a lo que la estructura y los hábitos de tal sociedad permitirían que fuese consumida ventajosamente.

4º) El principio del ahorro, llevado hasta el exceso, destruiría el incentivo de la producción.

5º) No sólo tiene que existir capacidad de consumir sino “voluntad” de consumir. La demanda efectiva se compone de dos elementos: la capacidad de comprar  y la voluntad de comprar.

6º) La disparidad entre la oferta y la demanda aparecen como superproducción y crisis. La llamada ley de Say no se cumple. Malthus no reconocía esa “ley”, Ricardo la aceptaba indubitablemente, sosteniendo que las crisis eran episódicas y en ramas pero nunca podría haber desequilibrios generados por una superproducción generalizada que deprimiera la economía profundamente. Consideraba que la inversión de capital creaba empleo y salarios que impactaban en la mejora de la condición de vida de campesinos y obreros artesanos de las ciudades.

El planteo básico de Hanauer es: no modificar la estructura social que genera la desigualdad sino hacer que haya más ricos pero menos ricos y menos pobres que sean menos pobres, o sea que haya más clase media; hacer “menos desigual la desigualdad” no eliminarla; algo así como una sociedad en la que exista el “rico promedio”  del mismo modo que A. Quételet (1796-1874) en el siglo XIX hablaba sobre el “hombre promedio”  obtenido por cálculos aritméticos de datos sobre los individuos que componen una sociedad. Ensayo sobre física social de 1835 (L’homme et le développement de ses facultés, ou Essai de physique sociale).  La antropometría, o medida de las diferentes facultades del hombre1871.

Si se tratara de un médico, Hanauer podría decir: no se trata de extirpar el tumor canceroso (el capitalismo) de un organismo, sino de hacer que haya más células benignas y menos dañinas (más ricos pero  menos ricos), es decir, que haya células benignas “promedio”.

Ahora bien ¿Cómo piensa Hanauer hacer que sus “hermanos plutócratas” dejen de ser ricos tan ricos? Pues parece que  con el ejemplo que los llevará a ser “sensatos astutos  y voluntariamente benevolentes”, lo cual redundará en eliminar el peligro del incremento constante de la desigualdad  y, por tanto, que no se incremente  la pobreza y el descontento contra el sistema. Da la impresión de haber sido fuertemente impactado por la lectura del libro de Piketty.

No se le ocurre pensar al ingenioso Nick, que las sociedades son determinada e histórica organización general  del trabajo en el que una clase vive a expensas del trabajo de otra o de otras; o sea una relación social asimétrica de explotadores zánganos y explotados laboriosos, que es el fundamento socio-estructural de la desigualdad,  sino que para él toda sociedad sería una relación de ricos codiciosos y pobres austeros; con lograr que los primeros dejen la codicia y los segundos su austeridad,  habría una digna riqueza austera “promedio” (Quételet) para la mayoría y el capitalismo se salvaría porque es el mejor mecanismo que se haya “inventado” para la vida en sociedad (?) Esta concepción de Hanauer es sinónimo de fin de la historia y de la evolución social de la humanidad.

Hubo  bajo el capitalismo “ejemplos” de propuestas de reformas que se basaban en sostener un llamado de atención a las “buenas disposiciones” del hombre para erradicar los problemas más acuciantes de las masas trabajadoras. El empresario Roberto Owen fue (y sigue siendo) uno de los más difundidos pero también de los menos leídos reformadores. Lo que Owen puso en práctica pretendía ir más allá de esta propuesta mezquina y miedosa de Hanauer:   su idea era reformar la sociedad capitalista con el fin de superarla y alcanzar un «nuevo mundo moral» bajo formas cooperativas de trabajo y cultura que significaran una  regeneración de  la sociedad y transformara la intrínseca «naturaleza» del hombre.

Era su propósito de una audacia intelectual, moral y práctica que espantó a la burguesía inglesa e hizo que ésta le declarara la guerra buscando  que fracasaran sus experimentos sociales. Y lo logró. No obstante, lo que mostró Owen, entre otras cosas,  es que el “convencimiento”  de la clase capitalista  para lograr que hiciera concesiones hacia los trabajadores y construir una «nueva sociedad»; distribuir las ganancias industriales y los intereses de los capitales; suprimir la competencia individualista,  uniendo  producción agropecuaria y fabril; reconocer   la asociación en sindicatos de trabajadores como el fundamento cierto de la «nueva sociedad» mediante el trabajo asociado, etc. era demasiado para ella, ¡y lo sigue siendo! La apelación de Hanauer a sus “hermanos” capitalistas para que sean “inteligentes” y eviten las horcas está totalmente condenada al fracaso, y la ciudad de Seattle no será imitada masivamente.

El otro ejemplo se alejó de la filantropía utópica de Owen. John M. Keynes fue un economista burgués de genio y bien consciente  de la realidad capitalista en la etapa más negra de las guerras y depresiones de la primera mitad del siglo XX. Fue el gran teórico, junto con Michal Kalecki, de la Teoría de la demanda efectiva, señalando las causas de las crisis y de las depresiones en las violentas fluctuaciones de la inversión de capital por la burguesía. Ante esto argumentó la necesidad de poner en práctica políticas desde el Estado para salir de la encerrona a la que llevan las decisiones  de los capitalistas a la sociedad: el capital privado no adoptará decisiones para remontar las crisis, sólo el Estado  puede hacerlo mediante el procedimiento del déficit spending (Gasto deficitario) en los momentos de más honda depresión, para luego retraerse durante el tramo expansivo del ciclo pero sin dejar de tener ya un papel de regulación y control del proceso de las inversiones para atenuar los desequilibrios sociales que puedan tornarse en “peligrosos”.

Keynes tomó la posición de Malthus y no de Ricardo sobre la comprensión del origen de las crisis, le agregó una explicación de cómo hacer para salir de ellas y establecer condiciones para “administrarlas” en cuanto aparecieran indicios de su reiteración (moderar el ciclo). Esta recomendación de Keynes para convertir al capitalismo en una sociedad predecible e igualitaria, como quiere y pregona Hanauer, fue dejada a un lado por economistas, políticos, capitalistas y sus instituciones; y si bien jamás se puso en práctica exactamente como él lo pensara ¡es igualmente muy peligrosa por la “intromisión” económica del Estado y de sus regulaciones en la economía!

En definitiva la supuesta oposición de Hanauer a la teoría del “derrame” y la “esperanza” que pueden despertar sus ideas, son antiguallas y meras arengas “simpáticas” para embaucar incautos. Su finalidad por él mismo afirmada es volver al lema: ¡First América! sin cambiar la sociedad sino, por el contrario, mantenerla, moderando desigualdades e injusticias con el “rico promedio” de la clase media. Pero, si él pusiera su inmensa fortuna a promover seriamente lo que piensa y llegara a alcanzar cierto impacto político en los EE.UU. y otros países, de inmediato se transformaría en un enemigo de sus “hermanos”: el capital financiero, reaccionario y criminal, no quiere nada de reformas para “salvar al capitalismo”, sólo quiere ¡statu-quo!

Noviembre 5/2019

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