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Entrevistas, Pueblos en lucha

Tomás Borge, Nicaragua, declaraba el año 2009: «Nos convertimos en reyes y el pueblo nos sacó»

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Tratando de entender lo que ocurre en Nicaragua, hemos buscado información acerca de la opinión de diferentes personalidades de lo que fue el proceso de lucha contra la dictadura de Somoza a fines de los años 70. Presentamos aquí una entrevista al comandante Tomás Borge, en la que entrega pistas que ayudan a entender lo que hoy ocurre en la Patria de Sandino. Se trata de un entrevista publicada hace 9 años, es decir, mucho antes de que comenzaran los enfrentamientos que hoy contabilizan más de 200 muertos. Al pie de este artículo entregamos los link a otros artículos sobre Nicaragua.
La Redacción de piensaChile

15 de julio de 2009
Son tiempos de recuerdos. Se habla ahora por todos lados de un triunfo de hace 30 años. La maquinaria oficial del gobierno del presidente Daniel Ortega nos lo recuerda a cada instante, por radio, por televisión, por internet y por mensajes fijos en las calles. El 30 está por todos lados.

Y los medios, que recogen los ecos de los sucesos de las calles y hacen de notarios de la historia, sabemos que la cifra no es cosa común: es el 30 aniversario de aquella victoria armada que estremeció a América en 1979, que luego se bautizó Revolución Popular Sandinista, que se tiñó de sangre y fuego, y que acabó en 1990 con una trepidante derrota electoral.

¿Qué queda de aquella efeméride? ¿Por qué se hundió el proyecto? ¿Qué se hizo bien y qué se hizo mal? Ahora hay muchas respuestas, muchas interrogantes y muchas observaciones. Tomás Borge Martínez, fundador del FSLN y actual Embajador de Nicaragua en Perú, comenta en el ocaso, los derroteros que llevaron al descalabro esa etapa.

“¿Qué legado dejó la Revolución a Nicaragua?”, se le pregunta a Borge, y éste responde: “La democracia”.

La metamorfosis

“Habíamos llegado al poder cubiertos con un aura de santidad. Éramos ‘los muchachos’, héroes del pueblo que habíamos liberado. Pero luego vino la guerra, las presiones, la crisis económica y los errores, y los héroes que éramos nos convertimos en reyes”, dice pausado Borge.

“Para 1990 llegamos a las elecciones con diez años de guerra a cuestas. Aun así, con todo, parecía que íbamos a ganar, pero algunos sospechábamos que no era del todo así. Yo, incluso, ordené una encuesta, varios estudios de sondeos, análisis y re-análisis de las intenciones de voto, y no nos daba la victoria. Se los dije a los miembros de la Dirección: ‘Parece que no ganamos con Daniel y Sergio’, pero cuando se los planteé, el mismo Sergio Ramírez, que tenía mucho poder, más que Daniel incluso, porque él era el director administrativo de la Revolución, me dijo así textualmente: ‘Comandante, creo que usted no tiene idea de los parámetros de estudios de encuestas, todo el mundo nos ve ganar y la gente nos sigue a todos lados”.

Todo estaba decidido

Para entonces, las encuestas de todo el mundo, que se estrenaban aquí con técnicas modernísimas de conteos y variables, decían que el FSLN ganaba fácilmente con más del 55 por ciento de votos. Se equivocaron con los resultados del 25 de febrero de ese año. ¿Qué cambió? Borge cree que nada cambió de última hora: “Todo estaba decidido desde que fuimos a las urnas”.

Campesinos o no sembraban o se iban

“Entonces influyó en eso la guerra, porque los programas sociales se nos acabaron a mitad de la década, los recursos del Estado se dirigieron a la guerra, el bloqueo de los Estados Unidos afectada y ahogaba a la población, los campesinos no producían alimentos porque los campos estaban minados, y si no los secuestraba la Contra, se unían a ellos o se iban del país, pero lo que más contribuyó, sin lugar a dudas, fue el Servicio Militar, que lo queríamos patriótico pero era obligatorio; eso nos hundió”, relata ahora Borge en esta entrevista.

¿Fue sólo la guerra la causante del descalabro de la Revolución?, se le pregunta a Borge, y éste, viejo zorro del poder, capta que en la pregunta se busca una respuesta de confesión. Luce sereno y se le pregunta más directamente: “¿No los hundió el comportamiento soberbio de los comandantes y de la clase política en el poder?”

“Claro, hubo un grado de arrogancia de los miembros dirigentes del FSLN, que teníamos tanto poder, que la gente nos miraba, ¿cómo decirte..? como reyes, y nosotros actuábamos como reyes. No siempre fuimos consecuentes con la responsabilidad histórica que teníamos con la Revolución”, dice con seriedad.

“Pero lo principal que nos hundió al final, no fue el carácter o los desatinos de la dirigencia, sino la guerra y sus resultados: las muertes, la escasez por el bloqueo económico impuesto por Estados Unidos. Todo eso, conjugado con nuestra falta de experiencia, los errores, el ego y la arrogancia del poder. Todo eso nos enterró en ese momento…, debimos tener más humildad, ahora lo veo claro”, confiesa, mientras explica largamente detalles –a su modo– de cómo ocurrieron las cosas.

A 30 años, ¿qué logró el FSLN?

“Siempre he considerado que en términos de soberanía, lo más importante fue devolverle al pueblo la dignidad internacional. Se crearon conceptos de lealtad, solidaridad, participación ciudadana, y se enseñó al mundo que un país pequeño podía defenderse, no podía ser pisoteado por las potencias mundiales, como se ve mucho ahora, que por una ayuda que les dan a los pobres, les quieren imponer hasta los candidatos a la presidencia. La Revolución, aunque ahora se vea lejana, fue un proceso de transformación que quiso darle la dignidad al pueblo para sentirse libre y dueño de su destino, eso se buscó y se logró en cierto modo, aunque eso se revirtió con los siguientes gobiernos. Por ejemplo, aquí venían los gringos al inicio a ofrecernos millones a cambio de rechazar a Cuba, de plegarnos a ellos y de votar en la OEA contra Cuba, y nosotros les decíamos: aquí esto es una Revolución, no somos Somoza. Éramos amigos de Cuba y Cuba era amiga nuestra”.

Estaban ciegos de poder

Sin embargo, esa amistad poco influyó en el comportamiento de la dirigencia. “A pesar de ser amigos, no oíamos los buenos consejos ¡Tantos errores cometidos, jodido! ¡No sé cómo estábamos tan ciegos! Castro nos aconsejó que elimináramos el Servicio Militar. Nos aconsejó adelantar las elecciones al año de haber botado a Somoza, no lo hicimos y esperamos hasta 1984”.

“Hubo otros consejos, otras sugerencias en materia económica, un montón de cosas que ellos habían hecho en Cuba y les habían salido mal, y nosotros las repetíamos en Nicaragua sin tomar en cuenta que allá se habían remediado, por la sabia visión de Fidel, pero ya ves, no les hicimos caso”, confiesa Borge, quien recuerda, dice él que sin nostalgias, aquellos duros días de guerra.

“Y así nos llegó la derrota electoral de 1990 y fue una gran lección moral. Fue un golpe a la arrogancia. Incluso muchos compartimos que si hubiéramos ganado, la soberbia nos hubiera regresado quizás a cometer los mismos errores, y tal vez lo positivo, a la larga e históricamente, estratégicamente, fue perder el poder para darnos cuenta de los errores”, dice.

Furia contra Montealegre

Cuenta que si bien eso ayudó al FSLN a “replantearse y depurarse”, no fue bueno para el pueblo. “Porque si bien ya no había guerra, las víctimas de la pobreza, de la corrupción de los siguientes gobiernos, fueron tan catastróficos o peores que una guerra, fue una gran calamidad la que hicieron con el pobre pueblo, y hubiera sido peor si ganaba Eduardo Montealegre (en las elecciones de 2006)”, critica.

“Ese es peor que Somoza, y peor aún, peor de peores que Arnoldo Alemán. Ese vendería hasta el mismo pueblo a los gringos, porque no hay banquero que piense en el pueblo, sólo piensan en sus bolsas, sería capaz de privatizar a la Policía, corromperla, hubiera sido lo peor para este país, peor que Bush, peor que Nerón y peor que Hitler”, dice, explayándose por un momento contra el ex candidato presidencial.

“Y para serte igual de franco, no sé qué pensaban los otros miembros. Sé que había dolor y decepción, pero yo no me sentí tan mal, como no me sentí tan bien cuando mataron a Somoza Debayle, lo digo sinceramente ahora porque antes creía que no podía decirlo, porque pensaba que traicionaba mis convicciones, y recordá que tenía una responsabilidad moral ante el pueblo y ante la lucha, pero no me gusta la alegría por la muerte de un ser humano. Era, al fin y al cabo, un nicaragüense más, pero bueno, cuando perdimos las elecciones dije yo; ‘Qué lección la que nos dio el pueblo, ellos nos llevan al poder y ellos nos sacan’”, relata, y confiesa que en ese momento pensó en los errores cometidos.

¿Devolvieron democracia?

“Yo en ese instante pensé en mis errores y lo lamenté, pero muy en el fondo primero, y luego más abiertamente, me sentí aliviado. Nadie lo ha valorado suficientemente, pero el haber entregado el poder que se ganó por las armas –y con esas armas aún en la mano–, a una oposición civil en medio de una guerra, no lo había hecho nadie, jamás, y al final creo que la mayor lección que dejó el FSLN como legado al pueblo, es que le devolvimos la democracia cuando así lo pidieron”, reflexiona el embajador.

Se le cuestiona: ¿Alivia dejar el poder? ¿No es el poder lo que buscan los políticos en toda su vida, cómo puede aliviar dejarlo?”.

Los regresó el 38%

Responde pausado: “Yo me sentí aliviado, porque sostener un país en guerra durante 10 años cansa a cualquiera, por mucha fortaleza que se tenga y por mucho que uno quisiera hacer las cosas bien. Nada bueno sale de la guerra, y mucho menos que íbamos a lograr la paz por las armas. Y fue el golpe que nos dio el pueblo, a la larga, lo que nos obligó como partido a recluirnos, a analizarnos, a replantearnos el futuro, a planificar a largo plazo una victoria. Y cómo es de sabio el pueblo, que así como un día nos llevó al poder, para luego sacarnos, nos regresa al poder ya cansado de los gobiernos neoliberales”.

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