¿Cómo quien parecía ser un simple archivero se puede convertir en el detonante del caso más complejo en los últimos años que ha vivido la Iglesia Católica chilena? Esta es la historia de Óscar Muñoz, el último sacerdote acusado por delitos sexuales y quien hasta hace meses tenía, además de Ezzati, acceso exclusivo a todos los documentos que entraban por las puertas del Arzobispado: estados financieros, contratos de trabajo, decretos que trasladaban a sacerdotes de un lugar a otro, denuncias de todo tipo.