Los 10 mandamientos del perfecto "satanizador"
por Michel Collon (Francia)
8 años atrás 6 min lectura
- ¿He escuchado a las dos partes?
- ¿Me han sido presentadas unas pruebas fiables?
- ¿Han intentado manipularme?
Ahora bien, para que cada uno pueda formarse libremente una opinión sin ser objeto de manipulación, he aquí una relación de las triquiñuelas y procedimientos que es posible encontrar en las campañas de satanización. Diez criterios para juzgar si el trabajo es serio o un camelo.
1. ¡No des la palabra al acusado!
El satanizador jamás verifica con el “acusado” la exactitud de los hechos reprobados, ni si existe una explicación diferente de esos hechos, ni si acaso el acusado ha cambiado de parecer después. Todo acontece como si conocer la verdad no le interesara.
2. ¡Oculta los textos que te contradigan!
El satanizador no aporta prueba alguna. Incluso cuando el “acusado” haya escrito exactamente lo contrario de lo que se le reprocha, el satanizador esconde cuidadosamente esos textos a su público.
3. ¡Esconde tus motivaciones!
El satanizador finge que apunta a un solo blanco, presumiblemente peligroso pero aislado. Sin embargo, cuando se tiene en cuenta el conjunto de blancos posibles, todos se convierten en “conspiradores” o “antisemitas”; Ziegler, Chávez, Castro, Le Grand Soir, Lordon, Ruffin, Kempf, Carles, Gresh, Bricmont, Bourdieu, Wikileaks, Morin, Mermet, Boniface, Enderlin, Cassen, Siné, Bové, Péan, Godard, Jean Ferrat, Seymour Hersh e incluso analistas judíos como Hessel, Chomsky y Finkelstein. ¡No lo habéis notado, pero todos ellos montan “complots” o son “antisemitas”; o ambas cosas a la vez! De hecho, se trata de satanizar a todos los que critican a Estados Unidos o Israel.
4. ¡Copia los medios hegemónicos!
El satanizador jamás cuestiona la información dada por los medios hegemónicos. Pese a que está bien probado que todas las guerras están acompañadas de desinformación, el satanizador reproduce la versión oficial de los medios como si fuese totalmente confiable. Y si el acusado la pone en duda, esto mismo es la prueba de su “conspiracionismo” y mala fe. Incluso aunque el satanizador pretenda ser de izquierda, nunca le incomoda reproducir las posiciones y los argumentos de la derecha.
5. ¡Haz creer que no entiendes!
El satanizador elimina cualquier matiz presente en el discurso de quien tiene en la mira. Por ejemplo, cuando Washington ataca a Libia o Siria, si alguien demuestra que están en juego intereses económicos o estratégicos, o que la guerra no hace más que empeorar los problemas y lo mejor sería buscar una solución negociada, debe ser acusado de “sostener a dictadores”. Incluso, aunque esa persona haya escrito exactamente lo contrario.
El objetivo es la creación sistemática de confusión entre “oponerse a la guerra” y “apoyar a un dictador”. El satanizador finge que no entiende la diferencia entre ambas cosas. Lo que en realidad quiere es manipular la emoción legítima del público e impedir que este razone.
6. ¡Impide que tus propias opiniones sean discutidas!
El satanizador se cuida bien de no revelar sus propias posiciones, a veces incluso sus propios financistas. Jamás reconocerá que se apoya en think tanks y en grupos de presión financiados por las grandes potencias. Nunca dirá que favorece a tal gobierno, tal guerra o tal política neoliberal ni por qué lo hace. No le interesa el debate, sino excluir a “los malos” de cualquier discusión.
Por eso, la mayor parte de los satanizadores van disfrazados. Es frecuente que la misma persona utilice distintos seudónimos. Otra técnica de manipulación: los satanizadores se citan mutuamente en bucle con el fin de dar la impresión de que “lo dice todo el mundo”.
7. ¡Pon etiquetas!
Con el fin de desacreditar, el satanizador esconde la verdadera posición y los argumentos del satanizado. A él le basta con poner etiquetas: “antisemita”, “conspirador”, “amigo de dictadores”… O palabras sin valor objetivo como “polémico”, “poco creíble”… De este modo, la verdadera posición del satanizado es convertida en una caricatura.
8. En lugar de explicar, ¡insinúa!
Par evitar el ser llevado a un tribunal por difamación, el satanizador frecuentemente reemplaza la acusación pura y dura por una insinuación indirecta*. Genera así un clima generalizado de sospecha que evita la discusión honesta.
9. Para calumniar, ¡mezcla todo!
Como en la carpeta del satanizador no hay un solo argumento adecuado para criticar al acusado, mezcla todo. Relaciona al elegido –sin lógica alguna– con otras personas u organizaciones: “Fulano encontró lo mismo que encontró Mengano, que luego se unió a la extrema derecha, por lo tanto Fulano es de extrema derecha”. Variante: “Hace 10 años, Fulano ha apoyado a Zutano; más tarde, este se pasó a la extrema derecha, por lo tanto Fulano es responsable de esta evolución y él mismo es de extrema derecha”. ¡Aberrante! A menos que el objetivo sea calumniar a cualquier precio.
10. ¡Golpea y luego desaparece!
A su manera, el satanizador utiliza un principio de la guerrilla: “Golpea y huye”. Se niega cuidadosamente a cualquier debate polémico. Dedica largas parrafadas o emisiones enteras a denigrar haciendo todo lo posible para que el satanizado no pueda defenderse. Los portales satanizadores niegan el derecho de réplica e incluso censuran las preguntas de sus propios seguidores. Ya que cualquier discusión honesta los desenmascararían.
Nota
*Una variante de esta técnica muy utilizada en los medios hegemónicos de Argentina es el empleo del modo condicional de los verbos: “Fulanito habría vendido…”, “Menganito habría participado en…”, “Zutanito tendría una cuenta en Suiza…” Otra es dar una ‘información’ empezando así: “Se dice que…”. (N. del T.)
Michel Collon es periodista e investigador de los medios de comunicación que informa sobre la manipulación sionista y el plan de colonización de Israel. Es animador del sitio web http://www.michelcollon.info, desde donde responde a los grandes mitos que sirven para justificar a Israel y su política.
Fuente original:Investigaction
Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y Rebelión como fuente de la misma.
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