Mohamed Ali, el boxeador que desafió al imperio y se negó a ir a la guerra de Vietnam
Mohamed Ali, que dejó de llamarse Cassius Clay al considerar que era un nombre de esclavos, rechazó convertirse en Rambo-Terminator alegando dos razones que esgrimió con determinación. Primero dijo: “Ningún vietcong me ha llamado nunca ´nigger`” (término despectivo que usan las personas blancas para referirse a los negros), y luego, “¿Cómo voy a viajar diez mil kilómetros para pelear por la supremacía de los blancos?”.
Cristo doblemente lacerado
En el siglo XIX Carlos Marx hablaba del lumpen proletariado, un sector de la clase menos favorecida que servía, objetivamente, a los ricos. Algo de esto hay en la actitud de estos jóvenes encapuchados, quienes utilizando la violencia y la destrucción terminan sirviendo los intereses de los poderosos, que lo único que han perseguido siempre es que los explotados y humillados acepten su condición social sin protestar, es decir, una religión que sea el opio del pueblo. En el fondo, este lumpen logra que los medios de prensa escrita, radial y televisiva centren la noticia en la violencia y no en el verdadero sentido de las manifestaciones y su masividad.
No confundamos perdon con impunidad
Cada cierto tiempo escuchamos llamados a la impunidad –revestidos de convocatorias a la “clemencia” o la “misericordia”- en materia de graves violaciones de derechos humanos, so pretexto de la búsqueda del perdón y la reconciliación entre los chilenos. En la mayoría de los casos se trata de personas que, la verdad, siempre justificaron o minimizaron –por razones ideológicas- las horrorosas violaciones de derechos humanos cometidas por la dictadura y sus agentes.