Crisis del concepto de gen y alimentos transgénicos
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9 años atrás 4 min lectura
Según la teoría que dominó la biología molecular entre los años 50 y 70 del siglo pasado, la transmisión de información genética se explica por la propiedad que tienen los ácidos nucleicos (DNA y RNA) de autocopiarse (reproducción) y transmitir y copiar su información, contenida en sus bloques constituyentes (nucleótidos), a los bloques constitutivos de las proteínas (aminoácidos). Una secuencia de nucleótidos determinada formará un gen, y una de aminoácidos, copiada de la secuencia génica, formará una proteína. Se establece una relación lineal, una correspondencia entre un gen y una proteína, lo cual lleva a una correspondencia entre el genotipo y el fenotipo. Tal explicación de la herencia es la base del modelo ortodoxo prevaleciente en genética y biología molecular desde los años 50.
Esta visión ha comenzado a descartarse debido al descubrimiento de diversos fenómenos tales como epigéneis, epistasis, pleiotropía, metilación de ácidos nucleicos, splicing, splicing alternativo, o de moléculas como los priones o el RNA de interferencia. La manera como estos fenómenos y moléculas modifican la noción inicial de gen y el Dogma Central de la Biología Molecular (DCBM) ha sido ampliamente estudiada. En función de ello se sabe hoy que los mecanismos de transmisión genética son muy distintos de los de aquella imagen tradicional de los años 50. Todos estos fenómenos nos hablan de formas diversas y complejas de flujo de información genética: mecanismos que cuestionan seriamente la correspondencia de un gen para una proteína y se resalta que existen influencias ambientales en la regulación y la expresión o no de multitud genes. Todo ello hace más complicada la tarea de la predicción a corto, mediano y largo plazos de la expresión fenotípica de los genomas. Numerosos científicos, tales como El-Hani (2007, 2010, 2015), Koonin (2009, 2012), Stotz, (2006), Shapiro (2009), Álvarez-Buylla (2015), entre algunos, señalan con precisión la creciente invalidez del concepto tradicional del gen y del DCBM y la crisis en la que ha entrado. Algunos de ellos postulan la necesidad de replantear de raíz nuestra concepción de la herencia biológica.
Sin embargo, en las empresas fabricantes de alimentos transgénicos y en las comunidades científicas que para ellas trabajan, lo que sigue dominando es ese esquema ortodoxo de los años 50, porque es el que les conviene para el desarrollo de sus tecnologías y la obtención de ganancias. Ese esquema defiende la vetusta idea de la correspondencia 1 gen-1 proteína, y que, por tanto, basta insertar un gen de un organismo que codifique para la síntesis de una proteína en otro de otra especie, para producir un nuevo organismo sin consecuencias negativas a mediano y largo plazos.
Quienes defienden la producción y comercialización de los alimentos transgénicos lo hacen incluyendo solamente la parte de los conocimientos de biología molecular que les conviene, omitiendo mencionar el cúmulo de conocimientos que han metido en crisis a la teoría tradicional del gen.
En México, en 2011, por ejemplo, apareció publicado un libro electrónico, editado por la Academia Mexicana de Ciencias e intitulado Por un uso responsable de los alimentos genéticamente modificados, el cual no contiene la más mínima mención a los fenómenos y las moléculas arriba enlistadas, ni mucho menos la manera como cuestionan y falsean la teoría ortodoxa del gen y del DCBM. Esa es la tónica que en nuestro país ha privado en la divulgación de los supuestos beneficios de los alimentos transgénicos
La pregunta obligada a Monsanto, Syngenta, Du Pont, etcétera, y a sus comunidades científicas, es: ¿Conocen estos trabajos y los procesos o fenómenos que señalan y que invalidan el modelo de transmisión de herencia que en sus empresas defienden? Una posible respuesta, francamente increíble, es que no los conocieran. Lo que sí es posible es que los conozcan y que omitan deliberada y sistemáticamente mencionarlos, en cuyo caso su calidad ética, ya de por sí deteriorada, queda aún más en tela de juicio.
Lo que es claro es que empresas como Monsanto y sus comunidades científicas asociadas, al desarrollar y apoyar la producción de alimentos transgénicos, están trabajando y defendiendo un modelo científico de copia y transmisión lineal de caracteres biológicos que es cada vez más cuestionable. El concepto de gen se encuentra seriamente en peligro. La ciencia defendida por estas empresas se mueve sobre gelatina, es falsa, por mucho poder económico y político que tengan y que les permita hacer una desmedida publicidad en favor de estos orgamismos, y por muy célebres que sean muchos de sus más acérrimos defensores.
-El autor, Julio Muñoz Rubio, es Investigador de la UNAM, miembro de la UCCS.
*Fuente: La Jornada
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“Quiero compartir una cordial invitación a la generación entrante, a la juventud de los pueblos ancestrales para recuperar los Códigos del Vivir Bien de las culturas milenarias y trabajar en la unidad planetaria de los pueblos ancestrales”,
El primer gran engaño a la comunidad, es el «principio de equivalencia substancial» que se ha usado para pasar colados a los transgénicos, ante los organismos estatales de USA que se supone que defienden la integridad de lo que come la población.
Este principio dice algo así como: Si tiene aspecto de papa, color de papa, huele como papa y se puede hacer puré, ES PAPA.
Esto, después de haber interferido el genoma de un organismo vivo, es una simpleza criminal. Porque la interferencia del genoma, justamente es para agregarle propiedades que la planta original no poseía y que ni siquiera provienen de organismos pertenecientes al mismo reino y que no son detectables a simple vista.
Así le agregan la propiedad de tirar veneno que tiene una bacteria que vive en el suelo y que se llama Bacillus Thuriengiensis, conocido por Bt. Pero para meterle la bacteria en la maquinaria reproductiva de la célula, usan un virus que la planta tampoco tenía metido en su genoma primitivo. Este virus provoca cáncer en los vegetales, y si miran muchos árboles de jardín van a ver inmensos cototos en el tronco.
Y además como no quieren que las semillas de la planta sean fértiles, porque sino se les estropea el negocio, le modifican la propiedad reproductiva de la semilla, seguramente trabajando con algún gen o algunos genes que apagan o prenden dicha propiedad.
El problema es que se ha descubierto, hace ya bastante rato, que un gen puede ser el comando de muchas propiedades, entre ellas hacer que la planta entera sea venenosa, no solo las hojas y la raiz, sino tambien el fruto, que es lo que comemos.
Para eso se hacen pruebas con ratones de labortatorio. Pero las pruebas tienen que ser a largo plazo, no de 2 o 3 meses ya que en la naturaleza estos vegetales pasaron la prueba de la no toxicidad hace muchas generaciones y a través de muchos intentos y fallas que le costaron la vida a nuestros antepasados.
Los laboratorios en base a pruebas de cortísimo plazo han decidido que los alimentos son sanos.
Pero en estas pruebas hechas a mayor plazo por laboratorios independientes, los ratones han desarrollado tumores cancerosos en forma desmedida y grotesca. Además el Bt a atacado a las bacterias amigas que viven en nuestro organismo y son parte de él, impidiendo que cumplan funciones que son vitales para nuestra inmunidad.
Ahí nos encontramos que nos alimentan con virus cancerígenos, y en el mismo paquete va algo que afecta nuestro sistema inmune, que es el que nos defiende contra el cáncer. Y los efectos de pequeñas dosis de los venenos se ve a través del tiempo, y nadie los relaciona con el pan de cada día.
Así en nuestra sociedad se ve una cantidad de malestares, obesidad, desregulación hormonal, esterilidad, cánceres a granel,desajustes del sistema nervioso tales como esa epidémica desconcentración en los niños etc
¡Todo un regalo!
Y en Chile las instituciones que deberían regular el sistema, no funcionan, porque están al servicio de las grandes transnacionales químico farmacéuticas, que producen estas semillas, y profitan de la enfermedad de la población.
El SAG, el SNS, el INTA, los laboratorios de las grandes universidades, la prensa, el Parlamento ¿Dónde están?
Donde dice «el Bt a atacado» debe decir «el Bt ha atacado» mis disculpas.
Julio Muñoz Rubio propone una explicacion al rechazo de los transgénicos que debe hacernos reflexionar sobre un problema : La ciencia, contrariamente a la religion, es autocorregible. Es decir, todo conocimiento cientifico es provisorio y sera remplazado cuando la propia ciencia lo demuestre. El renombre de la ciencia nos ha acostumbrado a aceptar sus afirmaciones. Las empresas capitalistas cuyo unico objetivo es acumular la mayor cantidad de dinero en unas pocas manos, en el menor tiempo posible, con la menor inversion posible, pagando los bienes y servicios al menor precio posible (salarios bajos, numero minimo de asalariados) e imponiendo los precios mas altos posibles a los consumidores o sea sin el menor rol o preocupacion social, se sirven de nuestra aceptacion de las afirmaciones presentadas como verdades cientificas para sus objetivos. Lo hemos visto en numerosos remedios que después de haber vendido millones de unidades, la verdad cientifica ha mostrado que eran gravemente dañinos para la salud.
Este mismo fenomeno ha ocurrido con los productos transgénicos presentados como resistentes a ciertos parasitos o infecciones y ocultando los daños a la salud que producen.
Esto plantea la pregunta ; Que debemos hacer los trabajadores y los consumidores ?
Solo hay 4 respuestas posibles :
1 No aceptar nada nuevo hasta que la verdad cientifica completa sea comunicada. Pero sabemos que la verdad cientifica es por definicion provisoria… Productos verdaderamente utiles verian su autorizacion retardada.
2 Elegir personas calificadas y honestas y dotarlas de los medios necesarios para verificar las afirmacfiones «cientificas » de las empresas capitalistas. Sabemos que existen numerosos organismos creados con este proposito pero la falta de medios los reducen a juzgar a partir de los resultados experimentales presentados por…las empresas capitalistas.
3 Obligar por ley a las empresas capitalistas a financiar las verificaciones experimentales realizadas por los organismos de control…esperando que las subvenciones no influyan en los resultados de tales verificaciones experimentales.
4 Cambiar la economia capitalista por la Economia Social y Solidaria que se caracteriza por asumir completamente su rol social. Los trabajadores tendrian mejores salarios, los consumidores pagariamos menores precios, nadie se enriqueceria y sobre todo nuestra salud se veria protegida. Las empesas de la Economia Social y Solidaria NO son necesariamentes publicas ni obedecen obligatoiramente a un plan centralizado. Una cantidad de empresas capitalistas saldrian del pais lo que es, quizas, lo que mas necesitamos.