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Zoí Konstantopoulou, la mujer que puede arruinar el día D de Tsipras

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El nombramiento ‘estrella’ del Ejecutivo de Alexis Tsipras, Konstantopulu está a punto de convertirse en la enemiga número uno del primer ministro griego. Y todo en el día más decisivo para el líder de Syriza
Foto: Zoí Konstantopoulou, presidenta del Parlamento griego y símbolo del Gobierno de Syriza. (Ggia)
Zoí Konstantopoulou, presidenta del Parlamento griego y símbolo del Gobierno de Syriza. (Ggia)
Cuando hoy Tsipras presente ante el Parlamento una parte de medidas urgentes exigidas por la Unión Europea para ‘empezar a hablar’ sobre el tercer rescate del MEDE, su mayor problema no será, ni mucho menos, la oposición. Sí, en cambio, los miembros de su propio partido que se oponen ferozmente al acuerdo alcanzado en la madrugada del domingo al lunes. En concreto, unos treinta diputados de Syriza que amenazan no sólo con votar en contra, sino también con ejercer el ‘filibusterismo’ lo máximo posible, ganando tiempo mientras piden con insistencia al primer ministro que retire el plan. Un imposible a todas luces –porque Tsipras ya ha dejado claro que no quiere la bancarrota de Grecia– que este nutrido grupo no pretende dar por perdido. Y el ‘cabecilla’ de estos rebeldes y últimos guardianes antiausteridad es, ni más ni menos, la propia Zoí Konstantopoulou.
Ella es la que, en efecto, más daño puede hacer a Tsipras. Y no solamente porque su voto en contra sea un golpe moral, sino porque de ella depende que los trámites sean rápidos, algo extremadamente necesario para el Gobierno: Bruselas marca la línea del 15 de julio como límite para aprobar medidas complejas como reformas en el IVA, pensiones y en la independencia del instituto nacional de estadística (ELSTAT). Deben aplicarse a toda velocidad. Como presidenta del Parlamento, Konstantopulu podría empantanar el proceso y hacerlo mucho más penoso para un Gobierno que ya está entre la espada y la pared.
Debido a lo desesperado de la situación, el Ejecutivo –los leales al primer ministro– quieren intentar ‘derrocarla’ y dejar que sea el vicepresidente de la Cámara el que lleve el proceso. Pero para ello necesitan la firma de 50 diputados y una moción de censura por mayoría absoluta. Nada imposible, pero, de nuevo, una ofensiva que no haría sino alargar la votación de las medidas. Y es que ya lo han intentado ‘por las buenas’. Voces desde el propio Gobierno han insinuado que debería dimitir después de no apoyar a Syriza el viernes. El periódico del partido, Avgi, fue incluso más explícito. Pero ella lo ha dejado muy claro: no va a abandonar el puesto ni aunque se lo pida “el mismo Papa”.

Una mujer camina por el puerto del Pireo, cerca de Atenas. (Reuters)
Una mujer camina por l puerto del Pireo, cerca de Atenas. (Reuters)

Una respuesta hasta cierto punto comprensible si se tiene en cuenta que se le pide una salida por la puerta de atrás a la que hasta ahora ha sido una pieza clave para calmar los ánimos del sector más radical. Su perfil combativo y luchador ha sido fundamental para mantener al grupo parlamentario unido incluso en los momentos más polémicos. Konstantopulu es, como muchos políticos griegos ‘hija de’. Concretamente de uno de los líderes históricos de Synaspismós, germen de Syriza.
La presidenta del Parlamento ha sido criticada muchas veces por la oposición –e incluso por algunos de sus aliados– por sus modos autoritarios. No obstante, pesa más que una parte de la izquierda la considera una figura indispensable, ya que ha impulsado algunos de los hitos –sobre todo a nivel simbólico– del primer Gobierno de izquierda radical de la Historia del país. Principalmente, la constitución de la comisión para estudiar la cacareada ‘deuda ilegítima’, que contó con varios expertos de talla internacional y que terminó con unas conclusiones esperadas. También, la de la reclamación de las reparaciones a Alemania por la ocupación en la Segunda Guerra Mundial, que contribuyó sin embargo a tensionar las relaciones entre Atenas y Berlín.
Konstantopulu no quiere marcharse o que la expulsen sin haber desatado una tormenta. Y no es la única.

Syriza contra Syriza

Panagiotis Lafazanis, ministro de Energía, es otro de los pilares de esta resistencia. También se niega a dimitir a pesar de haber votado contra el Ejecutivo y pide la retirada de un acuerdo que considera “inaceptable que un partido denominado radical, como Syriza, y un Gobierno que pelea y asegura que luchar por abolir los memorándums y la austeridad”, como ha publicado desafiante en la página en internet de su Ministerio.
Dos ejemplos de que Tsipras tiene, esta vez frontalmente, a su mayor enemigo en casa. La paradoja es que, a pesar de todo este caos interno, el primer ministro no tendrá problemas para aprobar el plan una vez se someta a votación.

Un griego pasa ante una pintada en Atenas. (Reuters)
Un griego pasa ante una pintada en Atenas. (Reuters)

La oposición le respalda en bloque, contenta de poder hacer un ‘servicio’ al país mientras el primer ministro se desgasta políticamente. Stavros Theodorakis, líder del liberal To Potami, ha declarado que apoyará a Tsipras en “las decisiones difíciles”, mientras que hay miembros del Gobierno “que actúan como oposición”. Y la del socialista Pasok, Fofi Gennimata, se ha pronunciado en el mismo sentido. Se espera el voto positivo del conservador Nueva Democracia y, en contraste, el negativo de la extrema derecha y el partido comunista.
Con una ambigüedad significativa se ha pronunciado el líder del partido nacionalista ANEL, Panos Kammenos. Ha contado con los elementos de malabarismo en el discurso que se han podido observar en los últimos meses: el Gobierno hace tiempo que se desmarcó de la senda antimemorándum con la que comulga ANEL, pero Kammenos no quiere perder su cómoda posición en el Ministerio de Defensa.
“Votaremos a favor de lo que se acordó en la reunión de los líderes políticos [la reunión posreferéndum de todos los partidos políticos en la que se respaldó a Tsipras]”, ha dicho sobre un documento que no es nada específico. Ha hablado de “golpe de Estado” y de “chantaje” de las instituciones europeas mientras aseguraba que la UE quiere “derrocar a un gobierno democráticamente elegido”. La interpretación es complicada, aunque los analistas se inclinan por pensar que finalmente no pondrán un palo en la rueda de Tsipras y podrá conservar el sillón.
*Fuente: El Confidencial

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