El cerco a Julian Assange es una farsa
El asedio de Knightsbridge es una farsa. Desde hace dos años, una exagerada y costosa presencia policial en torno a la Embajada de Ecuador en Londres no ha servido para otra cosa que para hacer alarde del poder del Estado. Su presa es un australiano sobre el que no pesa acusación alguna por ningún delito, un refugiado de una repugnante injusticia y cuya única seguridad es el espacio que le brinda un valiente país de América del Sur. Su verdadero delito es haber sido origen de una oleada de verdades en una época de mentiras, cinismo y guerra.
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