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Partidos políticos: ideología, burocracia o tecno burocracia

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En 1911, producto del estudio sobre la organización del partido obrero más poderoso de comienzos del siglo XX, Michels publicó su famosa tesis La ley de hierro de la burocracia en los partidos políticos. Postulados que, en los hechos, hasta ahora no han podido ser rebatidos – donde hay organización, se da la burocracia.

La ideología, en este tipo de organizaciones técnico-burocráticas, juega un papel importante para captar militantes y, de esta manera, jugar un papel de conducción en los procesos electorales. En el último tiempo se han puesto de moda los congresos ideológicos y la revisión de la declaración de principios en muchos de los partidos.

El partido Renovación Nacional acaba de cambiar sus fundamentos ideológicos, borrando la alusión al golpe militar y a la dictadura de Augusto Pinochet. Es evidente que el tirano de otrora representa la etapa más exitosa de la derecha chilena, sin embargo, es necesario reivindicar el derecho que tienen las nuevas generaciones que ahora lideran ese partido político de dejar de lado tan negro período de su historia – cuesta creer que Carlos Larraín, el verdadero mecenas del Partido, haya dejado, de la noche a la mañana, de ser pinochetista consumado; por otro lado, gran parte de la vieja guardia de Renovación Nacional, aún rinde tributo a la dictadura -.

Esta nueva cara de Renovación Nacional, que reivindica el historial democrático de la derecha republicana, especialmente de liberales y conservadores, y que vuelve a líderes históricos como Francisco Bulnes, Hugo Zepeda, Julio Subercaseaux y tantos otros, que marcaron un hito en la historia parlamentaria del Chile republicano, que ya murió, le servirá seguramente, para construir una alianza con un sector de la Democracia Cristiana que, muy posiblemente, dejará su partido para construir un centro derecha acorde con lo que, por ejemplo, Gutenberg Martínez llama “el humanismo cristiano”.

La idea de cambiar la declaración de principios no es nueva en la historia de los partidos políticos, pues estos procesos son, necesariamente, dinámicos y ninguno de ellos “puede quedarse en el pasado nena”, so pena de sucumbir al vertiginoso cambio de la historia. A comienzos de la transición, por allá en los años 90, el que más cambió fue el Partido Socialista, abandonando el marxismo-leninismo, incluso, la apelación a la república de trabajadores – uno de sus principios fundamentales – , centrándose, en primer lugar, en una visión muy moderada del pensamiento de Gramsci y, posteriormente, la insensatez de adherir a la “tercera vía”, expuesta por el sociólogo Antony Giddens, gran inspirador del nuevo laborismo de Tony Blair y de la socialdemocracia europea – actualmente no es más que una expresión “progresista” de la “democracia bancaria”, nueva fase del parlamentarismo europeo -.

Se creía que la Democracia Cristiana chilena había abandonado algunos de sus principios fundacionales, como el “vuelo de cóndor”, que pretendía superar el capitalismo y el colectivismo y que tenía por misión crear una nueva sociedad fundada en el comunitarismo, idea hoy abandonada por el famoso humanismo cristiano, que entraña una contradicción filosófica en sí mismo. Cuando Gutenberg Martínez expresa que existe una alianza entre humanismo cristiano y humanismo laico, está diciendo una gran tontería, pues el verdadero humanismo se basa en la negación del culto de Dios y, por ende, la exaltación del hombre, así, el humanismo nació de la liberación de la política de su esclavitud respecto a la teología – ese es gran mérito de Nicolás de Maquiavelo – que consiste en sacar la política de la ética cristiana y regresarla a la de la antigüedad greco-romana (ver la Primera Década, de Tito Livio) -.

El tema de hoy, en pleno siglo XXI, no se refiere ni a la ideología, ni al humanismo, sino cómo los aparatos tecno-burocráticos – los partidos de masas – se apropian del poder, en términos vulgares, cómo se reparten el queso del Estado. En este arte, Renovación Nacional, socialistas y democratacristianos son verdaderos maestros.

22/06/2014

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1 Comentario

  1. olga larrazabal

    El adjetivo «cristiano» restringe al humansimo a la versión de alguna iglesia o pensador que cree en verdades reveladas, y que por lo tanto no mira con ojo limpio lo que le pasa a la humanidad. Sin ir as lejos la Iglesia Católica condenó el Modernismo a comienzos del siglo XX en una Encíclica y que yo sepa, no lo han desautorizado. En esa Encíclica condena al laicismo, al agnosticismo como postura existencial, a la visión de la ciencia y su método en la búsqueda de la verdad, y se remite a dar a entender que la Iglesia es el único camino a toda sabifuría o ciencia.
    Así se van al tacho todas las necesidades de cambio de la sociedad en referencia a Derechos Humanos, derechos de los animales, respeto a la Ecología, porque todo eso NO FIGURA EN LA BIBLIA obviamente

    Con todo respeto por Jesús muchos de sus seguidores son una tropa de fariseos en la peor asepción de la palabra.

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