27 de marzo de 2010
Poco antes de iniciarse la última batalla, unos padres mandaron a su hija, una niña llamada Ángeles, que fuera a decirles a sus tíos que estaban entrando en el pueblo los nacionales, pero cuando llegó a casa de sus tíos, los nacionales ya los habían fusilado, a ellos y a otros parientes. La niña volvió a su casa y se encontró con que sus padres también habían sido asesinados. Viéndose sola con toda su familia exterminada comenzó a correr bajo el fuego, dejó el pueblo atrás, atravesó la llanura, se perdió por los montes y no cesó de caminar junto a los bruñidos raíles del tren hasta llegar a Barcelona.
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