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¿Hará justicia la Historia?

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¿Qué significa para los chilenos en general,  y en particular para los sectores medios, la educación que han recibido y están recibiendo sus hijos en estos años?

Es una pregunta muy simple y cotidiana para quién se preocupa de su nación, de su gente, de sus propios hijos, tanto como de sus vecinos, parientes y amigos.

La Historia de la Educación en Chile, durante el siglo XX, está muy identificada con grandes aciertos y grandes desventuras. Un buen ejemplo de esto es cambio fundamental que estableciera la promulgación de la ley de Instrucción Primaria de 1920, cuando ejercía el poder ejecutivo el presidente Juan Luis Sanfuentes en pleno período del Parlamentarismo.

Esta ley, que fue un hito educacional y cultural, obligaba en la práctica a los padres a enviar a sus hijos a estudiar y hace que la enseñanza primaria,  como en aquellos años se la llamaba, sea obligatoria. Entre otras materias curiosas, esta ley penalizaba con cárcel a los padres si estos no enviaban a sus hijos al colegio e incluso facultaba a la policía para detener y obligar a las familias a enviar a los niños a la escuela pues estos tenían que asistir a clases.

El Estado de Chile, proponía de esta forma un medio de superación y promoción social, que tenía por objeto entregar educación, aunque sea obligatoria, a un sector importante de la población que en las primeras décadas del siglo XX vivía una gran exclusión -producto de un régimen de combinación liberal conservadora, muy identificado con la Oligarquía, que por más de 50 años había hecho de su poder económico y político una gran explotación, abuso, despojo de dignidades y repudiables desigualdades sociales, económicas y políticas.

Los llamados sectores medios, buscaban una calidad de vida de acuerdo a los ingresos que el país había obtenido por más de medio siglo, durante el cual explotó el salitre natural y los impuestos que este fertilizante generaban con su exportación podrían ser usados de una manera más eficiente en beneficio de la clase trabajadora y el país en general.

Pero la oligarquía chilena despreciaba cualquier iniciativa que fuera en beneficio de quienes realmente trabajaban el mineral. No existía conciencia social y menos una  política en cuanto a mejorar las condiciones de vida de nadie, sólo se dilapidaban enormes fortunas en los salones de París, Londres y Bruselas. Cuando los alemanes inventan el salitre sintético en 1917, el modelo monoproductor comienza a decaer inexorablemente, y decae también el poder de un sector de la oligarquía terrateniente. El Estado se ve obligado a buscar un modelo alternativo de desarrollo y de sobrevivencia, modelo que se empezó a implementar en la década de los años treinta del siglo XX y que tiene como principal agente de promoción económica al Estado mismo.

Después de algunos años, los sectores medios se constituyen en una clase más educada, conciente y cuestionadora de su papel y responsabilidades en la sociedad de la primera mitad del siglo XX; sociedad donde las condiciones económicas y sociales le permite a estos sectores generar propuestas atractivas que obligatoriamente contemplaban un papel mucho más protagónico -como por ejemplo esa idea, que en su momento alguien propone, de que los niños debían estudiar aunque sea obligatoriamente por el bien de su clase social y por ende de la nación. Decisión que tendría insospechadas consecuencias, aparte de la ironía que implica pues Sanfuentes era un político liberal y rico. ¿Les parece esto coincidencia con algún candidato de este siglo?.

Las décadas siguientes, de los años treinta, cuarenta y cincuenta, vieron cómo los presidentes Radicales -que fueron fieles expresiones de una clase media más profesional, posicionaron a la educación como eje principal de sus políticas de Estado, porque las necesidades de desarrollo del país así lo exigían, (y que hoy deberían tener carácter de urgente), porque para eso se había creado un modelo sustitutivo de importaciones, o ISI en su siglas más conocidas.

Este modelo consideraba la formación de una mano de obra más calificada y de recursos humanos profesionales de niveles superiores. Pero, de manera paralela existía una conciencia social de que sólo el Estado era capaz de formar y financiar a estos sectores sociales, los que finalmente asumieron un rol más protagónico  en el ámbito político y económico. La fundación de las Universidades de Concepción y Técnica del Estado apuntaban al objetivo de educar y formar de manera prácticamente gratuita, a una clase media que aumentaba en cantidad y calidad, generando las condiciones de una sociedad más culta, más justa, mas decente y sobre todo más conciente socialmente y políticamente hablando.

A los ejemplos de Pablo Neruda y de Manuel Rojas en la década de los años veinte, se suma una juventud rebelde y contestataria, en un periódico llamado “Claridad”, que las emprende contra el Parlamentarismo:

“Nos referimos a los gestores administrativos y a los agricultores analfabetos, a los arribistas de la “clase media” y a los viñateros inmorales, a los aristócratas ignorantes y a los menos incultos representantes de las clases populares, debidamente representados en el Parlamento de Chile donde está sin duda alguna el 50% o 60% de analfabetos de nuestra población. Pero no ocurre lo mismo con los inmorales, tienen una representación a los que honradamente les corresponde.” (Góngora, Noción de Estado en Chile, 1986: 120).

Es muy cierto que la generación de los años veinte y treinta fue minoritaria y, algunos de ellos, posteriormente se convirtieron en burgueses, pero no siempre el número de adherentes tiene valor en la historia. Lo importante es que estos jóvenes y otros dejaron un legado de rebeldía, que debería ser revalorizado en estos aciagos días de mediocridad y servilismo al poder dominante, pues las grandes ideas y actos simbólicos pueden ser más asertivos que el sólo hecho de una mayoría electoral. Entre quienes pensaron y lucharon por una sociedad más equitativa, educada y próspera, desde la páginas de diarios, periódicos y libros y tuvieron una vida más coherente están por ejemplo, Vicente Huidobro, Marmaduke Grove, Fernando Vives Solar, Alberto Hurtado, Clotario Blest, Jaime Castillo Velasco, Bernardo Leighton, Clodomiro Almeyda, Salvador  Allende, Gabriela Mistral y tantos otros y otras, que no  tuvieron que vestirse con ropas ajenas para seguir sobreviviendo en un relieve repleto de traidores y cambistas.

La educación es un medio para integrarse a la sociedad y ganarse la vida con dignidad, pero es también una tremenda oportunidad de hacerse muchas preguntas que no siempre tienen una respuesta.

En la década de los años sesenta y setenta las reformas a la educación tuvieron como eje principal adaptar el currículo a las nuevas realidades sociales y culturales, un currículo que fuera articulador de nuevos aprendizajes más contextualizados e inclusivos, procurando aumentar la cobertura y la infraestructura a las  nuevas generaciones de niños y jóvenes que deseaban estudiar.

La ley 18.962 (LOCE), promulgada por el innombrable el 7 de marzo de 1990, se mantiene prácticamente inalterada durante más de 16 años. La consecuencia más visible e inmoral es que la educación es una mercancía como cualquier otra, propendiendo a deformar e instruir a sujetos socialmente irresponsables y centrados en sí mismos, ojala sordos y mudos, que sólo se limiten a responder con monosílabos y a lo más se preocupen de comer, dormir y defecar. ¿Para qué pensar y discutir?, si eso es una pérdida de eficiencia y no conduce al ranking al cual están sometidos los colegios para gozar de prestigio -y los necesarios respaldos financieros que la sociedad, en especial el Estado, les entrega mes a mes (hablando de establecimientos subvencionados y que los mal llamados sostenedores o mercaderes de baja estofa tienen estos colegios como extensión de sus negocios y para el control social).

En 1996, el hijo de Frei Montalva,  Eduardo Frei Ruiz-Tagle, hizo una reforma curricular que mantenía a los chicos y chicas hasta en la tarde en los colegios. La Educación que recibe y ampara la clase media es de pésima calidad y no pertenece a nada racional ni éticamente sostenible, muy por el contrario, es parte de un sistema en que la impunidad es la mejor prueba de que vivimos amedrentados por una sensación de pérdida. Y, por ello, la educación ampara y a la vez es cómplice de la corrupción política que nos a llevado a ser una de las naciones más desiguales del mundo.

Hoy la educación es diferenciada, para pobres y empobrecidos (que son cada vez más), y para ricos.  Hay una paulatina renuncia del Estado a velar por una educación más igualitaria, y esto es la negación más genuina del bien común. La clase media debería procurar que la educación de nuestros hijos atienda, entre otros  importantes asuntos, a la creación de conciencia, a romper todas las cadenas que opriman al ser humano y a los pueblos (originarios y no originarios) del país y de la tierra. Y por último que ayude a liberarse de la ignorancia, del hambre, y la exclusión.

* El autor es Profesor de Estado en Historia, Geografía y Educación Cívica, Magíster en Ciencias de la  Educación.


Entrevista a Francisco Fernández de Cabo, Profesor de Estado en Filosofía

Por Juan R. Fernández Solis

¿ Observas cambios significativos en la educación chilena en los últimos 30 años en cuanto a su orientación hacia temas valóricos y éticos?
Creo que sí hay cambios significativos en los últimos años. La educación, la vida, LA MORAL , etc. cambia, para bien o para mal. Quizá la educación ha ido cambiando porque las políticas educacionales han debido cambiar de acuerdo a los tiempos, hoy es una educación donde el conocimiento y la información es lo que más predomina y se hace visible. Sin embargo la parte axiológica no va en el mismo sentido. Hace falta hacer énfasis en lo formativo, en lo valórico, (vivimos) en una sociedad donde hay una pérdida de los valores.

¿Que necesita nuestra educación media para alcanzar metas de calidad donde la inclusión social sea un tema prioritario…?
Sin duda, lo esencial para que haya calidad en la educación es INVERTIR EN EDUCACION, no resiste análisis lo que ocurre en un sistema de educación particular y uno municipal o fiscal. Inversión es lo que hace mejorar los sueldos de los profesores, infraestructura, medios, equipos, bibliotecas, computadoras. Es un gran desafío para todo gobierno, LA EDUCACION es un imperativo, una educación de calidad sin distinción como lo era en épocas pretéritas donde no existía la abismante diferencia entre colegios públicos y privados. Para que la educación sea mejor y de calidad hay que invertir y siguiendo esta lógica, los estudiantes con alto grado de vulnerabilidad se verían beneficiados y podrían soñar con una posibilidad de mejorar sus condiciones de vida teniendo más educación.

¿Crees que el rol del profesor es pasivo? Y si es así, ¿por qué es funcional, limitado en su participación creativa e innovadora?
Si, hoy es un rol pasivo. Es que el rol del profesor ha sido cada vez menor porque el sistema y las políticas educacionales le han quitado poder, existe una gran flexibilidad para los estudiantes donde se les hace creer que ellos son sujetos de muchos derechos y muy pocos deberes. La democracia ha posibilitado esto, o mejor dicho, una muy mal entendida democracia, donde todo es justificable y los deberes no han sido prioritarios a la hora de sustentarlos como ejes fundamentales para la formación. Con este escenario, ¿Qué le queda al profesor?. El profesor ha perdido no la dignidad sino la AUTORIDAD.

Desde tu punto de vista ¿cuales deberían ser los ejes temáticos a los que la educación chilena deberia atender?
Reitero lo que dije, el eje más importante de la educación es el axiológico. Que implica un cambio de mentalidad y una toma de conciencia, que lo más importante, desarrollar  una conciencia limpia en que el alumno comience a pensar en forma autónoma. Y que implica la importancia de fortalecer los valores.

En medio de incertidumbre económica, corrupción política, falta de compromiso, codicia ¿que papel debería tener la educación para liberar conciencias y promover desarrollo,  participación, o rebeldía?
Creo que lo más importante es deshacerse de los prejuicios, de las marcas que han dejado estos tiempos, de limpiar la mente y pensar en cambiar estas políticas educacionales. Volver a los principios que sustentaban una educación que no se divide entre un sistema público y uno privado. La educación debe promover la justicia, la libertad, la equidad, la calidad. Fundamentos que hoy son teoría y que no han podido cristalizarse en una educación que sea para todos. En fin, para el desarrollo del país, porque cuando la educación crece el país crece, disminuye la pobreza, disminuye la delincuencia y aumenta la masa pensante.

* El entrevistado es Profesor, Colegio Arriarán Barros (Puerto Montt ) y Liceo Vicente Pérez Rosales (Río Bueno)

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